La semana pasada, antes del recreo, les contaba por última vez a los peques de clase el cuento de "El ladrón de nombres".
Al volver del recreo nos llevamos una sorpresa. Había una caja en la asamblea y comenzamos a debatir sobre qué podría haber dentro: "dinero", "chuches", alguno lo relacionaba todo y decía "monedas de chocolate". Al abrir la caja encontramos nuestros nombres.
Nuestro encargado se dispone a descubrir el misterio |
¡Claro! Antes del recreo, y al contarles el cuento de "El ladrón de nombres", hice como siempre, con la aspiradora mágica de Don Nadie les robaba los nombres a cada uno de los niños/as de clase, pero se me había olvidado devolvérselos al final del cuento. En la caja habían aparecido los nombres, aunque al contarlos vimos que faltaba uno.
Una cosa estaba clara, teníamos que realizar durante la semana diferentes juegos con nuestros nombres para que nunca más nos pasara lo ocurrido con Don Nadie, teníamos que aprender muy bien a reconocer nuestro nombre y aprender con ellos.
Colocamos en el cuadrado los nombres que contienen la vocal que dice el maestro |
Lo primero fue reconocer cual era nuestro nombre. Aquí, y como es normal, algunos no lo reconocieron, otros reconocían el suyo y el de otros compañeros y, lo que era más lógico, muchos otros reconocieron su nombre (tened en cuenta que llevamos trabajando el reconocimiento del nombre desde hace varias semanas).
Faltaba un nombre y la compañera tenía que buscar cuál era el suyo para que todos lo tuviéramos |
Otro día jugamos a pescar nombres. El juego era muy sencillo. Consistía en pescar con un palo, impregnado en la punta con pegamento, un nombre. Una vez pescado lo teníamos que analizar (números de letras, vocales que contenía, la letra por la que comienza y termina, reconocimiento de todas las letras...).
Intentando pescar un nombre |
Leen el nombre pescado |
Agrupamos los nombres por números de letras |
Rodeamos las letras de un nombre al azar |
Terminadas todas las actividades realizadas durante varios días los nombres se han colocado en la mesa de cada niño y niña para que aprendan a escribirlo y reconocer las letras que lo componen. Al mismo tiempo el rincón de la biblioteca ha comenzado a nutrirse de material para trabajarlo de forma más sistemática (respetando los tiempos de aprendizaje de cada niño/a).
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