Hace una semana tuve la suerte de asistir a una conferencia de Francesco Tonucci, un pedagogo italiano reconocido por su labor e investigaciones sobre la etapa Educación Infantil.
Tonucci recito un poema, que ya conocía, de otro maestro italiano precursor de las escuelas Reggio Emilia, consideradas las mejores escuelas de Educación Infantil del mundo, Loris Malaguzzi. Os dejo el poema.
El niño está hecho de cien.
El niño posee cien lenguas
cien manos, cien pensamientos
cien formas de pensar, de jugar y de hablar.
Cien siempre cien,
maneras de escuchar,
de sorprender y de amar,
cien alegrías para cantar y entender
cien mundos para descubrir
cien mundos para inventar
cien mundos para soñar.
El niño tiene cien lenguajes
(y más de cien, cien, cien)
pero le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.
Le dicen que piense sin manos
que haga sin cabeza
que escuche y que no hable
que entienda sin alegrías
que ame y se maraville
sólo en Semana Santa y en Navidad.
Le dice:
que descubra el mundo que ya existe
y de cien le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas que no están juntas.
De hecho le dicen
que el cien no existe.
El niño dice
en cambio el cien existe.
Este poema lo relaciono mucho con la teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner. En cierta forma nos viene a decir que la escuela la mayoría de las veces, no siempre, deja de lado aspectos, realidades, de la vida que harían más enriquecedor el currículum (plan de estudios).
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